Belgrano y las dos banderas argentinas

El estandarte nacional que creó e izó en febrero de 1812 a orillas del Paraná, ¿fue tal como conocemos y juramos desde entonces?

El 20 de junio de 1820 moría el prócer Manuel Belgrano, condenado como tantos a la indiferencia general en medio de una guerra civil que azotaba Buenos Aires. Ese día quedó instituido como el Día de la Bandera, que conmemoramos este 20 de junio de 2025. Pero la relación de Belgrano con la bandera nacional viene de una fecha muy anterior a esa.

Como es bien sabido, Belgrano creó la enseña patria el 27 de febrero de 1812, en las costas del Río Paraná, con motivo de la inauguración de las baterías Libertad e Independencia. Al hacerlo, envió una carta al Triunvirato formado por Sarratea, Paso y Chiclana en la que dijo “siendo preciso enarbolar bandera y no teniéndola, mandela hacer blanca y celeste”. Pero, ¿fue esa bandera tal como la conocemos y juramos desde hace más de 200 años?

La creación de la bandera obedecía a una necesidad militar: los estandartes servían para liderar a las tropas en la batalla y, sobre todo, para reunir a los dispersos en la retirada. Y Belgrano, en definitiva, un devenido militar (a su pesar) se encontraba en campaña en Rosario a donde había ido a armar las baterías de defensa de los pueblos costeros ante el avance español.

La bandera criolla debía entonces diferenciarse de la roja realista. Belgrano miró al cielo y se inspiró en sus colores, nos contaría durante décadas la revista Billiken. Pero muchos historiadores lo emparentan con los tonos usados en el blasón de la dinastía de los Borbones, que los heredaron de los reyes católicos devotos de la Virgen, cuyo manto era azul y blanco.

Ahora bien, la combinación original de colores pudo haber sido tal como la conocemos: celeste-blanco, celeste (el sol vendría después); o bien blanco-celeste-blanco. Esta versión invertida de nuestra bandera se conoce históricamente como la «bandera de Macha» y el único ejemplar conservado se encuentra en la Casa de La Libertad, en Sucre, Bolivia.

Y no está allí por casualidad. La historia nos cuenta que Belgrano mandó a resguardo dos banderas en 1813, que fueron ocultas en una iglesia, cerca de Macha, en Bolivia. Una, tal y como llegó a nuestros días. La otra, la de la banda central celeste. No se puede saber con exactitud cuál de las dos banderas izó Belgrano a orillas del Paraná, pero probablemente versiones de alguna de las dos, o ambas.

Una corriente de historiadores sostiene que la primera bandera pudo no ser aquella que se adoptó luego como oficial, sino la de Macha. Las supuestas pruebas son las escarapelas de aquellos años –propuestas por el mismo Belgrano-, que eran blancas con un punto celeste en el centro. También se menciona como referencia que las cintas que atan los laureles de la bandera de los Andes, que San Martín creó años después para su campaña libertadora, mantiene el mismo diseño.

Todo es incierto porque Belgrano fue convocado de inmediato para presentarse en Jujuy y hacerse cargo del Ejército del Norte. La respuesta del Triunvirato, que rechazaba oficializar el nuevo estandarte, no le llegó a tiempo y en su periplo volvió a izar y dar juramento a su bandera albiceleste. Para el historiador jujeño Enrique Medina León, todas las banderas de entonces “eran celeste y blanco, pero no queda clara la disposición de los colores”. Medina León tendrá protagonismo en una reivindicación de la bandera de Macha, que contaremos luego.

Belgrano batalló en Tucumán y Salta, y tras las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma, en 1813, mandó al Coronel Zelaya a resguardar dos ejemplares de la bandera en Macha. Zelaya se las dio a un sacerdote que las ocultó en el marco de un cuadro de Santa Teresa, en la iglesia de Titiri, a 100 kilómetros de Macha. Cuando se descubrieron, en 1885, la bandera celeste-blanco-celeste ya había sido oficializada por el Congreso General Constituyente de 1816 y Mitre ya había contado la Historia Oficial.

Lo concreto es que camufladas por el yeso del marco, estaban allí las dos banderas, con sus dos diseños bien diferenciados. “Envuelta en una seda roja estaba la blanca, celeste y blanca. Eso indica que Belgrano le dio un cuidado mayor”, estima el historiador. La bandera cuyos colores se replican en el Pabellón Nacional, viajó a Buenos Aires y se exhibe en el Museo Nacional de Historia. Fue sometida a una restauración en 2010. La otra, la que pasó a la Historia como la de Macha, quedó en Sucre.

Pero cuando se cumplieron 190 años de la muerte del prócer, la bandera de Macha renació en la provincia de Tucumán como el “símbolo de los esfuerzos comunes a favor de la causa americana”. Flameó por primera vez en el acto público por el Día de la Bandera de ese año en la Plaza Independencia de San Miguel , tras haber sido declarada por ley (8291) estandarte oficial de la provincia.

La ley tucumana establece que la enseña se compone de “dos franjas horizontales blancas y al medio una azul celeste cyan 60%”. Fue izada por primera vez en la Legislatura provincial en junio de 2010 y desde entonces acompaña a la bandera Nacional en todos los oficiales de la provincia.

El impulsor de esta distinción fue el legislador radical provincial, Jorge Mendía, integrante de la Fundación del Bicentenario, que preside Ernesto Jauretche (sobrino de Arturo), con el asesoramiento del historiador jujeño mencionado. La que desde entonces es bandera oficial de provincia recupera cierta mística libertaria y de unidad regional que sus impulsores pregonan. Existe, incluso, una Cofradía de la Bandera de Macha y miles de historias y conjeturas en torno a su relación con el legado inmortal de Don Manuel.

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