«Uno de cada dos argentinos tiene relación con una cooperativa o una mutual»
Ramiro Martínez analiza el rumbo de la economía social en el contexto actual, con su amplia experiencia como presidente de Conarcoop y como fundador de Creando Conciencia.

Con más de 20 años como cooperativista, Ramiro Martínez es uno de los fundadores de la exitosa cooperativa de trabajo Creando Conciencia, surgida como tantas al calor de la lucha por sobrellevar la crisis post 2001. De aquellos seis desahuciados que se asociaron para formalizar su trabajo como recicladores a los 105 trabajadores y trabajadoras que hoy componen una empresa amable con el medio ambiente, que recicla y convierte el residuo en materia prima para fabricar bancos, mates, y útiles escolares, entre otros, pasó toda una experiencia de innovación, aprendizaje, audacia y, sobre todo, solidaridad. Además de revalidar su liderazgo como presidente de Creando Conciencia, Martínez preside la Confederación Argentina de Trabajadores Cooperativos Asociados (Conarcoop) e integra una de las vocalías por el movimiento cooperativo en el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES).
¿Cómo ves hoy al sector cooperativo como actor de la economía argentina?
Primero, es un actor preponderante históricamente, en diferentes productos y servicios, no solo en la matriculación del cooperativismo de trabajo, que son casi 500 mil trabajadores y trabajadoras, donde cada uno aporta su fuerza de trabajo. Pero tenés la Cooperativa Obrera; AFA, que es el principal exportador de granos, ACA; hay grandes monstruos del sector cooperativo agropecuario que son importantes. Todo el sector cooperativo aporta 15 puntos del PBI, lo que pasa es que también hay una invisibilización importante. Hoy los argentinos consumen la principal yerba que hace dos meses le ganó por primera vez al establecimiento Las Marías, que es Playadito, de la cooperativa Liebig, que también tiene una espalda económica de un trabajo articulado de casi 45 años: se instaló, se convirtió en la abanderada del mundial de Qatar. Después tenés Cristal Avellaneda, de la marca Cristalux y Durax (toda la vida), que tiene el 11,6% del mercado de la vajilla. Hay también una definición con respecto a esta invisibilización, de un modelo al que el cooperativismo y el mutualismo van a contramano. Pero es cierto que en la realidad mundial y local somos los que arrastramos y levantamos con una ambulancia a los heridos del sector de la economía de capital.
«Hay una invisibilización, de un modelo al que el cooperativismo y el mutualismo van a contramano.»
A raíz de esa invisibilización hay un desconocimiento general de cuáles son los sectores clave de la economía en que interviene el cooperativismo.
El 65% de del mercado del seguro es cooperativo: San Cristóbal, Río Uruguay, Sancor. Uno de cada dos argentinos tiene relación con una cooperativa o una mutual, y lo desconoce. Vos contratás un seguro en San Cristóbal y te asociás. Sacás una cuenta en el Credicoop y no te dice “señor cliente”, te dice “señor asociado”. Ahora, también hay una estigmatización sobre un sector puntual, que también tiene una historicidad de más de 100 años, que es el cooperativismo de trabajo con diferentes expresiones, de un conjunto de trabajadores, de recicladores como es la mía, o en algunos casos instalado desde una recuperación cuyo auge se dio a mediados de los 90 y principio del 2000 producto del movimiento de empresas recuperadas. Hoy la abanderada a nivel mundial en el sector cooperativo es Mondragón corporación cooperativa MCC, en el País Vasco. Es un conjunto de más de 70 cooperativas, que nace hace 62 años, en plena guerra franquista, con hambruna y falta de educación. Un cura, José María Arizmendiarrieta, organiza a los habitantes del pueblo y mandan a siete chicos a formarse en educación técnica a otra ciudad, para que vuelvan y sean formadores de técnicos en metalurgia, herrería, etc, en el pueblo. Hoy es el quinto grupo de España. 16 mil millones de euros facturó el año pasado.
Cuando tenés un movimiento tan diverso, que reúne a corporaciones como esta y por otro lado a grupos de recicladores, parece difícil ubicarlos en un mismo lugar desde el punto de vista económico.
Pero si vos tenés que la construcción de una actividad tan unipersonal como es la del cartonero, reciclador o ciruja, la pudimos transformar en una salida colectiva, donde contamos con dignidad, con un espacio, con medios de recolección, con servicios básicos de salud, con capital semilla para mejoras habitacionales… hoy la cooperativa factura por mes 150 millones de pesos y sostenemos a más de 105 familias con una estructura que lleva cuatro naves, diez camiones, y eso nació de un basural donde éramos seis boludos y boludas y hoy somos 105. Pero fue un proceso en que vamos a cumplir de matrícula, el año que viene, 20 años. Tampoco hay perder ese norte, porque es la ansiedad propia de una sociedad que quiere todo inmediato. En el cooperativismo del siglo 21 tenés el cuidado ambiental con los recicladores, la economía de cuidado, la economía de los alimentos, que es fundamental en un contexto como este, y la economía de cuidado de las infancias.

¿Hay o hubo resistencia del cooperativismo tradicional a aceptar a este nuevo cooperativismo de subsistencia que surgió post 2001?
Sí, obvio, al principio hubo que romper una barrera, nos costó bastante, con respecto a que el sector cooperativo entendiera que no éramos solo una caja para encuadrar un formato asociativo y después cada uno hacía la suya. No. Nosotros seguimos esa formación como una empresa cooperativa con los beneficios que conlleva. Como en toda expresión hubo que romper diferentes paradigmas, pero lo llevamos adelante.
«Hoy todas las plazas de Tigre tienen nuestros bancos, en Termas de Río Hondo podés encontrar nuestros bancos, en Bariloche, en la Ciudad Autónoma también.»
Con respecto a la historia de Creando Conciencia, cuando y cómo se da el salto de convertir el trabajo del mero reciclado para pasar al desarrollo de productos y facturar 150 millones de pesos?
El primer paso es la recolección diferenciada. Imaginate, hace 20 años, cuando le decíamos al vecino de Benavídez que solamente separara el residuo reciclable en una bolsa y el húmedo orgánico en otra. Ese fue el primer gran paso. Cuando estabilizamos ese nivel de flotación económica con respecto al material recuperado, muchas empresas o generadores nos empezaban a pedir algún tipo de comprobante de qué pasaba con el residuo, una trazabilidad. Empezamos a emitir una certificación propia, pero había un padrón en la provincia de Buenos Aires para tratadores y certificadores. En septiembre de 2013, después de largos debates, nos dan el primer registro de tecnología de cooperativa en la provincia de Buenos Aires. Eso abrió la puerta para que un montón de otras cooperativas se empiecen a registrar. Ahí empezamos a dar un certificado que es avalado online por el ministerio de Ambiente de la Provincia. Lo siguiente fue la etapa de valorización, en 2015. Lo primero que hicimos fue madera plástica, porque conocimos a la hija de un ecuatoriano, que estaba estudiando acá, que nos contactó por una nota que había visto en facebook y como en Guayaquil no está permitida la tala de árboles el padre fue el primero en desarrollar madera plástica y construía cabañas, cercos. Nos comunicamos por internet y nos asesoró cómo hacerla. Hoy, por ejemplo, todas las plazas de Tigre tienen nuestros bancos, en Termas de Río Hondo podés encontrar nuestros bancos, en Bariloche, en la Ciudad Autónoma también, muchos municipios y empresas tienen nuestras mesas, bancos, composteras. Eso fue entre 2016 y 17. Pensando en transformar un residuo de impacto negativo en impacto positivo, porque esos bancos en vez de terminar en el Ceamse terminan en una plaza.

La salida colectiva
«Las cooperativas no solo no echamos a ningún asociado y asociada, sino que en muchos casos crecimos mucho más en padrón de asociados. El mayor índice de matriculación de los últimos diez años fue en agosto de 2020, o sea en la pandemia más profunda, más de 850 cooperativas de trabajo se matricularon en un mes. Eso significa que la gente, ante una problemática mundial o local, busca asociarse y salir colectivamente porque también piensa e incluye siempre dentro de su misma comunidad», describe Ramiro Martínez.
¿Y ese valor agregado cuánto le significa a la cooperativa?
Y calculá que no es solo madera plástica, desde 2017 somos sello de Buen diseño argentino, del exministerio de la producción, y tiene un plegado de metal, un sistema de armado, hemos desarrollado diferentes líneas, es soladura, es pintura, es armado, es trabajo. Y lo muy loco de todo ese espacio es que se va poblando de trabajadores que empezaron en la cinta de reciclado, que es la madre de todo el proceso, y todos saben de dónde viene, cómo se hace, qué materiales lleva. Después empezamos con algo que abunda en Argentina que es el poliestireno expandido. Hoy comprás cualquier cosa y te viene con telgopor, que es 80% de aire. Lanzamos una campaña que era el telgopor más útil y diseñamos un kit de útiles escolares de cuatro productos que llegó a la cadena supermercadista, hacemos donaciones a escuelas rurales, nos compran los municipios y empresas. Es una regla-compás, una escuadra, una paleta de pintura y un transportador.
«Una cooperativa de trabajo les solucionó el problema del salto comercial a todos los productores de cabras en la zona de Amblayo, Salta.»
Hace poco la CEPAL organizó un evento donde analizó el rumbo del sector cooperativo y se dijo que se trata de un actor estratégico en la economía internacional, ¿esa mirada tiene que ver con los grandes conglomerados o con todo el espectro?
Nosotros participamos con la Conarcoop, y cuando expusimos hablamos de la matriz productiva del cooperativismo de trabajo, donde nuestra matriz jurídica dice que no aportamos capital, o sí aportamos un capital mínimo que es un Salario Mínimo Vital y Móvil, pero nuestro principal aporte es la fuerza de trabajo. El cooperativismo de trabajo es la mayor matrícula que tiene el ente nacional (INAES): por cada mes, el 85% de cooperativas nuevas que surgen, son de trabajo. O sea que de servicios son muy pocas y mutuales mucho menos, pero el cooperativismo de trabajo es un grupo de personas que se agrupan pensando en solucionar un tema económico y social en la comunidad en que residen.

Eso es fundamental. Acabo de venir de Salta que fuimos a un lugar a entregar maquinaria en Amblayo, en el municipio de San Carlos, está a 3200 metros de altura, para llegar hay que subir una montaña a 3500 metros, bajar a un valle… es hermoso, hace un frío infernal, no tiene luz eléctrica, solo un equipo para los habitantes, pero una cooperativa de trabajo les solucionó el problema del salto comercial a todos los productores de cabras en la zona, porque no podían salir por fuera de los límites provinciales porque no tenían la pasteurización. Necesitaban una ordeñadora, una pasteurizadora que mantuviera 12 horas la temperatura a 70 grados, porque lo hacían a leña, y paneles solares. Con ese aporte les cambió la vida. Pocas veces he visto el compromiso con la cooperativa de cada familia y el orgullo que tenían, cuando pusieron el Himno se sacaron el sombrero y se lo pusieron en el corazón. La emocionalidad que le pusieron me hace poner la piel de gallina ahora al recordarlo.
«Por cada mes, el 85% de cooperativas nuevas que surgen, son de trabajo.»
¿Cuál es el desafío frente a una tendencia económica global que apunta a la concentración y a reducir el déficit a costa del ajuste?
Creo que estamos en un reordenamiento mundial que se aceleró muchísimo en la pandemia, hay una reformulación del mundo del trabajo muy fuerte. Los estados antes tenían toda la territorialidad y el dominio de las empresas. Hoy al revés, Facebook tiene trabajadores acá, en China y tributa en Delaware los más bajos impuestos de los Estados Unidos. A los estados también le ha complicado esa concentración y esa reformulación del trabajo. Y así como están ese tipo de expresiones ultraliberales, estamos nosotros, el sector cooperativo, que vive dentro de una economía de expresión capital, genera productos y servicios que compiten dentro de esa economía, pero tenemos una distribución de excedente y un análisis, porque para nosotros la economía social es una economía con rostro de persona, en que no solo me preocupo por tu actividad y rentabilidad hacia la cooperativa sino por el derecho a la identidad, la accesibilidad a la casa, el derecho a alimentarse, entonces creo que también hay un sector mayoritario de todos esos 420 millones de nuevos excluidos que dijo la OIT que dejó la pandemia (que deben ser muchos más a esta altura), que van a tener que reformularse a nivel mundial en el sector cooperativo. Hoy a nivel mundial son 1.237 millones de personas que integran cooperativas. O sea, uno de cada seis habitantes de este mundo es cooperativista. Somos más que los católicos. Hoy la gran revolución de la Argentina, como cooperativas de trabajo, son las cooperativas de software y digitalización. Argentina viene innovando en esa área, con pibes de 19 a 20 años.

- Creando Conciencia fue fundada en el año 2005 por un grupo de vecinos preocupados por la disposición final de los residuos sólidos urbanos, la situación de los recuperadores urbanos (cartoneros) y por la posibilidad de generar alternativas que enfrenten estas problemáticas con responsabilidad social y sustentabilidad. Instalada en Benavídez, comenzó por un proceso de recolección diferenciada para barrios privados de la localidad de Tigre. Hoy, con material reciclado produce y comercializa bancos, mesas, reposeras, composteras, mates, perchas y útiles escolares.
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